Reportaje de nuestro voluntario Matthias

Hace un año pase mis vacaciones de verano trabajando en Madagascar. Este viaje no lo olvidare nunca; era algo muy especial. Yo quería lo que quieren muchos jóvenes: irme fuera, a ver algo nuevo. Para mi eso era Madagascar. Una isla que muchos solo la conocen por la película.

Al llegar, en seguida conocí la situación del país. Era chocante y tardaría un rato hasta que me acostumbraría a esta situación. Nosotros, viviendo en Europa, solo conocemos las imágenes de los periódicos ya le tele, pero yo me lo encontré personalmente que es la realidad. Las primeras tardes ordenamos ropa para luego distribuirlo en el orfanato y a las monjas. (Toda la ropa donada se mando en contenedor antes de mi llegada). La primera parada era el orfanato donde repartimos ropa y juguetes. Para niños era como navidades y cumpleaños en un día. Era muy bonito ayudarles.

Las primeras dos semanas pase con la familia Zimmermann y sus amigos en Fort Dauphin. Durante estos días conocí la ciudad, el entorno y la gente. Los entornos de Fort Dauphin son una marvilla y todavía no me podía creer que yo estaba allí; en la otra parte del mundo.

Cuando se fueron la familia Zimmermann y sus amigos me quede solo. Es entonces que mi trabajo realmente empezó. A partir de ahí di clases de Alemán, Ingles y música. Yo como profesor… yo nunca había dado clases a nadie, y sobre todo a alguien con quien no podía comunicar (tengo que admitir que mi nivel de Francés es bastante malo). Pero bueno decidí de hacerlo. Entonces mis días eran asi:

Mañana: Enseñanza en el orfanato con approx. 13 alumnos entre 9 y 25 años

Tarde: Enseñanza en colegio de las monjas con 20-40 alumnos (dependiendo de que curso) entre 9 y 40 años de edad.

Yo, con mis 20 años, que con suerte pase mis exámenes del cole, tenia que enseñarle a adultos. Pero después de unas dificultades al principio los cursos fueron muy buenos. Mis alumnos y yo lo pasamos fenomenal. A veces tan concentrados que no oía Tita con el coche cuando me recogía. Quiero darle la gracia a Madame Rosette y Soeur Marie Jeanne y sus hermanas para su ayuda durante mi trabajo.

Durante este tiempo he conocido mucha gente interesante que nunca olvidare. También aprendí lo que significa ayudar uno al otro. Aquí se habla mucho de ello pero realmente la gente no lo hace. Los Malgaches son alegres y muy abiertos cuando uno se enfrenta a ellos de la misma manera. Uno de mis recuerdos favoritos fue una fiesta local. Me encontré en medio de un grupo de Malgaches celebrando por la calle. Daba igual quien era, o de donde venia; en ese momento yo era uno de ellos.

Gracias a la familia Zimmermann que me ofrecieron el alojamiento y que me han habilitado de conocer este país tan bonito y su gente. Raramente he conocido una familia tan abierta como esta. Estimo mucho el entusiasmo con que ayudan a las familias y a la gente en Madagascar.

Sobre todo le quiere dar la gracia a Tita. Un amigo que no se encuentra fácilmente en la vida. El me ha enseñado como se vive en Madagascar o mejor dicho como se vive como un Malgache, sin arriesgar mi seguridad. Conocí sus amigos y me llevo a sitios donde turistas no van. Nunca olvidare el tiempo que hemos pasado juntos y espero verle otra vez. A todo el equipo: Sara, Versoa y Romain tampoco les olvidare. Gracias por cuidarme tan bien.

Le deseo a La Vision todo lo mejor para el futuro y me sentiría honorado si algún día puedo trabajar otra vez con vosotros. Experiencias como estas no se pueden describir, entonces esto va a todos que tienen la oportunidad de ayudar: No tengáis miedo a algo nuevo y ayudar como podáis. Ayudar a ayudar otros.

Matthias Dünnwald

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